Introducción
En esta clase vamos a detenernos para considerar a un enemigo del alma sumamente destructor: la murmuración. O como llamamos cotidianamente: “el chisme”.
El murmurar es proferir palabras teñidas de crítica o juicio sobre otra persona.
Veamos pues, cuáles son algunos de los motivos que pueden llevarnos a murmurar:
- Amargura o resentimiento: es decir falta de perdón.
- Ingratitud: Es hablar de lo que no tenemos, nunca de lo que tenemos. Por ejemplo: Éxodo 16:2-3 vemos aquí a
un pueblo ingrato y murmurador, quien se queja de lo que le falta en lugar de agradecer por lo que tiene.
- Envidia: El murmurador no tolera que se tengan atenciones con otras personas. Él es el único que tiene derecho
a todas las cortesías (Mateo 20:10-15).
- Descontento: El apóstol Pablo nos dice en Filipenses 4:12-14, que había aprendido a contentarse con lo que
tenía. Habiendo atravesado por muchas situaciones de dolor las cuales él podría haber utilizado para murmurar, pero al contrario, no lo hizo.
- Pensar que Dios y los demás son injustos con nosotros: El complejo de víctima (autoconmiseración)da como
resultado la murmuración. Estas personas cuando no reciben aquello a lo que creen que tienen derecho, murmuran contra Dios y contra los demás.
- Pensar que Dios tiene malas motivaciones (Deuteronomio 1:27) Esto hace que se le atribuya a Dios los males
de la vida, excluyendo la realidad de su perfecto amor.
- Incredulidad: (Salmo 106:24-25). El no creerle a Dios, le llevó al pueblo de Israel a murmurar contra Él y contra
las autoridades.
- Rebeldía en nuestro corazón: Aunque muchas veces uno intente apagar sus síntomas, la rebeldía siempre
logrará dominar nuestra vida oponiéndose de una u otra forma a la autoridad.
- Gozarnos con el mal ajeno: El hecho de hablar una y otra vez del error o problema de otro, sin tener una
verdadera motivación a ayudar y buscar una solución, lleva al pecado de alegrarse del dolor de otro.
- Falta de verdadero amor. Jesús nos enseñó algo clave que debían practicar quienes se consideraran sus
discípulos y es el amor. En definitiva, quien no ame a quien le rodea no está dando del amor que recibió del Padre.
A continuación vamos a desarrollar el tema considerando lo que nos enseña la Palabra de Dios en lo referente a la murmuración entre hermanos, y para con las autoridades.
- La murmuración entre los hermanos:
“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga al hermano, murmura de la ley y juzga la ley (…) Uno sólo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú ¿quién eres para que juzgues a
otro?” Santiago 4:11-12
En este pasaje se pone de manifiesto que el hablar mal de alguien o divulgar sus faltas constituye para Dios un grave delito. El que murmura se pone en el lugar de Juez de su hermano y no se conduce conforme a la regla del amor y la misericordia que debe estar presente en todas nuestras relaciones.
Cuando Dios tenía el derecho de publicar nuestros pecados y condenarnos, por cuanto todos somos pecadores, Él no tuvo en cuenta esto y renunció a juzgarnos descargando sobre Cristo todo el juicio que merecíamos. Por medio de la gracia nos regaló la salvación, y aún hoy cuando fallamos, Él mira la sangre de Cristo y no nos toma en cuenta nuestro pecado. ¿Qué espera Dios de nosotros para con nuestros semejantes? Exactamente lo mismo.
“Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” Lucas 6:36
Cuando alguien nos ha ofendido o se ha equivocado, cuidemos nuestras palabras y no le juzguemos, no sea que Dios nos mida con la misma vara.
Resultados de la murmuración
- a) Genera división (Hechos 6:1)
La murmuración tiene la habilidad de enfrentar a la gente, de hacer que el hombre vea al otro hombre como su enemigo. La murmuración dividió la iglesia del primer siglo ente griegos y hebreos. Donde hay murmuración se producirá confusión, la cual conducirá a la división.
b) Rompe amistades (Proverbios 16:28)
La murmuración consigue separar amistades. Personas que anduvieron juntas, que se amaron, a quienes gustaba compartir la mutua compañía, el chismoso las ha separado. Ahora existe frialdad y tensión. Todo porque alguien dio rienda suelta a la lengua y de dos grandes amigos hizo dos grandes enemigos.
- c) Paraliza la obra de la iglesia (Números 12:15)
La historia de la iglesia demuestra que la murmuración detiene el crecimiento de la obra de Dios, la paraliza.
La murmuración obstaculiza la obra de Dios porque consigue agrietar a la iglesia. Logra polarizar los recursos de ésta, rompe relaciones, separa amistades, enfrenta a la gente.
Las energías y el tiempo que podrían usarse en la edificación del cuerpo de Cristo, en la salvación de este mundo perdido, son derrochadas debilitando la iglesia y arruinando su credibilidad.
¿Cómo detener la murmuración?
- Los murmuradores terminarán cuando no haya quien los escuche.
La murmuración es asunto de oferta y demanda. Lo que no se vende, deja de producirse.
Augusto Hare, un pastor inglés, se preguntaba “¿Cuándo los habladores dejarán de hablar?” y él mismo respondía la pregunta: “Cuando los escuchadores dejen de oír lo que es malo”.
Por tanto, cierra tu oído a aquél que abre su boca en contra de otro.
- La murmuración terminará cuando nos demos cuenta que al escuchar nos hacemos cómplices.
Herodoto decía: “El murmurador infringe daño cuando calumnia al ausente y el que da crédito a la calumnia antes de saber la verdad, es igualmente culpable”. Prestar oído al murmurador es una forma de murmuración.
- La murmuración se detendrá, cuando reconozcamos que a quien únicamente beneficia, es al diablo.
La murmuración terminará cuando se reconozca que ésta interrumpe y paraliza la obra de Dios.
(Salmo 133). Pentecostés, no se produjo en un vacío. Sino que se desató cuando los cristianos estaban unánimes, juntos. Es necesario que el cristiano reconozca que su murmuración impide la unanimidad imprescindible para la salud de la iglesia.
- La murmuración se detendrá cuando se acepte que al murmurar en contra de quien tiene la imagen de Dios, se está murmurando contra Dios mismo (Santiago 3:9).
- Los murmuradores terminarán cuando entiendan y reconozcan que la murmuración es pecado.
- La murmuración finalizará cuando se entienda que va dirigida contra Dios (Éxodo 16:8; Santiago 4:11-12).
Lo que Dios espera de nosotros
“Y ante todo, tened ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Pedro 4:8) El Señor nos demanda un amor ferviente, que cuida la dignidad y el nombre de su hermano porque le ama. Es
importante aprender a “cubrir” la falta, es decir, a no divulgarla porque sí, sino más bien a buscar la restauración del hermano.
Debemos comprender que “cubrir” no es lo mismo que “encubrir”, el que encubre participa del pecado, en cambio el que cubre la falta, no la toma en cuenta, ni desmerece al hermano por cuando le ama y no quiere que su buen nombre sea afectado.
Esto lo hallamos en Proverbios 17:9 “El que cubre la falta busca amistad, mas el que la divulga aparta al amigo”.
Un ejemplo ilustrativo de esta verdad lo hallamos en Génesis 9:20-29. En cierta ocasión Noé, un hombre de Dios, se embriagó. Uno de sus hijos llamado Cam lo vio e inmediatamente salió a divulgar la falta de su padre a sus hermanos Sem y Jafet, pero ¿qué hicieron ellos? Entraron respetuosamente de espaldas para no ver a su padre ebrio y desnudo y así le cubrieron con la ropa. La descendencia de Cam fue maldita por su actitud “El que cubre la falta busca amistad, mas el que la divulga aparta el amigo”.
Conclusión
Por todo lo expuesto, es necesario que reflexionemos acerca de nuestras palabras y también a quién le prestamos oído. La murmuración no ayuda a resolver problemas, sino más bien a distorsionarlos y exagerarlos. Es por eso que debemos practicar sinceramente el ferviente amor de los unos por los otros. Ese es el ejemplo de Cristo.